LECTURAS SOBRE LA PAZ
Los textos utilizados han sido los siguientes:
LECTURAS SOBRE LA PAZ
Duración: 45 minutos /1 hora.
Os presentamos una serie de leyendas y cuentos, algunos de los cuales han dado pie a los símbolos que representan tradicionalmente la paz: el arco iris, la paloma blanca, etc.
La leyenda del arco iris (cuento popular)
Explica la leyenda que hace mucho tiempo los colores empezaron a pelearse. Cada uno de ellos decía que él era el color más importante.
El verde dijo:“¡Yo soy el color más importante, por supuesto! Soy el símbolo de la vida y de la esperanza. Me han escogido para la hierba, los árboles, los prados, las hojas. Si yo no existiera, los animales se morirían. Mirad a vuestro alrededor y veréis que me encuentro en la mayoría de las cosas”.
Pero el azul no estaba de acuerdo:“Tú sólo piensas en la tierra, pero si miras al cielo y al mar verás que todo es azul. El agua, que es vida, es azul. Sin mí, no existiría la vida”.
El amarillo le interrumpió riendo:“¡Sois tan serios! Yo traigo alegría al mundo, sonrisas, calor… El sol es amarillo, la luna es amarillenta, las estrellas son amarillas. Cada vez que miráis un girasol, el mundo entero comienza a reír. Sin mí no habría alegría”.
El naranja le interrumpió: “Yo soy el color de la salud y la fuerza. No estoy por todas partes, pero soy indispensable. Traigo las vitaminas más importantes: pensad en las zanahorias, las calabazas, las naranjas…Y cuando se va el sol, pinto de colores el cielo. Mi belleza impresiona tanto que todo el mundo se queda admirándome con la boca abierta”.
El rojo respondió: “Yo soy el color del peligro, pero también del coraje. Llevo el fuego en la sangre. Sin mí no habría ni pasión ni amor”.
El violeta habló solemnemente: “Soy el color de la realeza y del poder: reyes, obispos y jefes de estado siempre me han escogido. Soy la autoridad y la sabiduría. La gente me escucha y me obedece”.
El añil habló mucho más tranquilo, casi en voz baja, pero con seguridad:“Pensad en mí: soy el color del silencio.
Casi nunca pensáis en mí, pero sin mí, todos seríais superficiales. Represento el pensamiento y la reflexión, las aguas profundas. Me necesitáis para la oración y la paz”.
Cada color estuvo presumiendo de sus cualidades, pensando que era mejor que los otros. La pelea se estaba volviendo cada vez más ruidosa. De repente, apareció una luz blanca y brillante: era un rayo. La luz vino acompañada de un gran ruido, un trueno. Empezó a caer lluvia y más lluvia y los colores se encontraron en medio de una tormenta. Estaban asustados y se fueron acercando los unos a los otros para protegerse.
La lluvia habló: “Colores, estáis locos por pelearos de esa manera. ¿No sabéis que cada uno de vosotros es especial, único y diferente? Dios ha querido desplegaros por el mundo en un gran arco de colores para recordar que os quiere a todos y que podéis vivir juntos y en paz”. Y así es como Dios utilizó la lluvia para limpiar el mundo. Y puso el arco iris en el cielo para que, cuando lo veáis, recordéis que tenéis que teneros en cuenta los unos a los otros.
El arco iris es un símbolo de paz y concordia, es un puente figurado entre el cielo y la tierra que simboliza la alianza entre la divinidad protectora y los hombres.
Buscando la Paz
Érase una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar una pintura perfecta de la paz. Muchos artistas lo intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero sólo había dos que realmente le gustaran y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto en el cual se reflejaban las plácidas montañas que lo rodeaban. Por encima de ellas podía verse un cielo muy azul con tenues nubles blancas. Todos los que la veían pensaban que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas. Aunque, en este caso, eran puntiagudas y descubiertas. Sobre ellas, había un cielo furioso. Había una tormenta con rayos y truenos. Bajo la montaña, había un torrente de agua. Todo esto no parecía muy pacífico.
Sin embargo, cuando el rey observó la pintura atentamente vio tras la cascada un arbusto delicado creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto había un nido. Allí, en medio del barullo de la violenta caída del agua, estaba sentado plácidamente un pajarillo en su nido…
¿Paz perfecta…?
¿Cuál crees que fue la pintura ganadora? El rey escogió la segunda.
¿Sabes por qué?
“Porque —dijo el rey— la paz no significa estar en un lugar sin ruido, sin problemas, sin trabajar duro o sin dolor. La paz significa que, aun estando en medio de todas estas cosas, sepamos quedarnos en calma dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz”.
Significa que la paz no es sólo no tener ningún problema, sino que cuando lo tengamos, lo podamos resolver de forma pacífica.
La piedra para sopa
En un pueblecito, una señora se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a la puerta de su casa un extranjero, correctamente vestido, pidiéndole algo de comer.
—Lo siento —dijo ella—, pero ahora mismo no tengo nada en casa.
—No se preocupe —dijo amablemente el extranjero—, tengo una piedra para sopa en mi maleta, si usted me deja echarla en una olla con agua hirviendo, yo haré la sopa más exquisita del mundo.
A la señora le picó la curiosidad, puso la olla en el fuego y fue a explicar el secreto de la piedra para sopa a sus vecinas. Cuando el agua comenzó a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extranjero y su piedra para sopa. El extranjero dejó caer la piedra en el agua, probó una cucharada y exclamó:
—Huummm… ¡Buenísima! Lo único que le falta son unas cuantas patatas.
—¡Yo tengo patatas en mi cocina! —exclamó una señora. Y en pocos minutos volvió con una gran bandeja de patatas peladas que echaron dentro de la olla. Entonces el extranjero volvió a probar la sopa.
—¡Excelente! —dijo—. Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un caldo exquisito…
Otra vecina salió corriendo y volvió con un buen trozo de carne que el extranjero metió en la olla. Cuando volvió a probar la sopa, puso los ojos en blanco y dijo:
—¡Ah, que sabrosa! Si tuviéramos algo de verdura, sería perfecta, absolutamente perfecta…
Una de las vecinas fue a casa y volvió con una cesta llena de cebollas, puerros y zanahorias. Tras introducir la verdura en la olla, el extranjero volvió a probar el guiso y, con tono autoritario, dijo:
—La sal.
—Aquí está —contestó la dueña de la casa. A continuación, dio la orden:
—Platos para todos.
La gente se fue corriendo a casa y volvieron con platos y alguno incluso con pan y fruta.
Entonces, se sentaron para disfrutar de este manjar tan suculento, mientras el extranjero repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todos estaban tan felices, riendo, hablando y compartiendo por vez primera una comida.
En medio del revuelo, el extranjero desapareció silenciosamente, dejando tras de sí la maravillosa piedra para sopa, que podrían utilizar siempre que quisiesen para preparar la sopa más deliciosa del mundo.
Este cuento quiere hacernos reflexionar sobre la cooperación y el hecho de compartir
Los dos pájaros
¿Sabéis qué es un sauce llorón? Un sauce llorón es un árbol grande, con unas hojas alargadas verdes por la parte de arriba y blancas por abajo que cuelgan de las ramas hacia el suelo.
Pues, os explicaré una historia que pasó en un sauce llorón…
Dos pájaros estaban en el mismo árbol, un sauce llorón. Uno de ellos estaba apoyado en la rama más alta del árbol y el otro, más abajo.
El pájaro que se encontraba en la rama más alta dijo para romper el hielo:
—¡Oh, que bonitas que son estas hojas tan verdes! El pájaro que estaba abajo creyó que se trataba de una provocación y le contestó:
—¿Estás ciego? ¡¿No ves que son blancas?! Y el de arriba respondió, molesto:
—¡El que está ciego eres tú! ¡Son verdes! Y el otro, aún más enfadado, le dijo:
—Me apuesto las plumas de la cola a que son blancas. ¡Tú no entiendes!
El pájaro de arriba se iba enfadando cada vez más y, sin pensárselo dos veces, se abalanzó sobre su adversario para darle una lección.
El otro no se movió. Cuando estuvieron cerca, cara a cara, con las plumas de punta por la rabia, miraron los dos en la misma dirección.
El pájaro que había venido de arriba se sorprendió:
—¡Oh! ¡Qué extraño! ¡Las hojas son blancas! E invitó al otro pájaro a ir arriba, donde estaba él antes.
Volaron hacia la rama más alta del sauce llorón y, esta vez, dijeron los dos a la vez:
—¡Las hojas son verdes!
Con este cuento se trabaja la importancia de la empatía y de respetar los diversos puntos de vista en situaciones de conflicto.
El nabo gigante
Érase una vez un viejo que plantó un nabo muy muy pequeño y dijo:
—¡Crece, crece, nabito, hazte dulce! —¡Crece, crece, nabito, hazte fuerte! Y el nabo creció dulce y fuerte y grande.
¡Enorme!
Un día, el viejo fue a arrancarlo. Tiró y tiró, pero no pudo arrancarlo. Entonces, llamó a su mujer y la mujer tiró del hombre, y el hombre tiró del nabo. Y tiraron y tiraron, pero no pudieron arrancarlo. Entonces, la mujer llamó a su nieta. Y la nieta tiró de la mujer, y la mujer tiró del hombre, y el hombre del nabo, pero tampoco consiguieron arrancarlo.
Entonces, la nieta llamó al perro. El perro tiró de la nieta, la nieta de la abuela, la abuela del abuelo y el abuelo del nabo. Tiraron con mucha fuerza, pero no pudieron arrancarlo.
Y el perro llamó al gato.
El gato tiró del perro, el perro de la nieta, la nieta de la abuela, la abuela del abuelo y el abuelo del nabo. Y tiraron y tiraron una y otra vez, pero no pudieron arrancarlo.
Entonces, el gato llamó al ratón.
El ratón tiró del gato, el gato del perro, el perro de la nieta, la nieta de la abuela, la abuela del abuelo y el abuelo del nabo. Y tiraron y tiraron con todas sus fuerzas… hasta que finalmente… ¡¡¡arrancaron el nabo!!!
¡Y menuda maravilla de nabo!
Y hubo suficiente para el abuelo, la abuela, la nieta, el perro, el gato e, incluso, el ratón… ¡¡¡y aún sobró un poco para la sopa de la persona que os acaba de explicar este cuento!!!
Se trata de un cuento popular ruso, recogido por Aleksey Tolstoi. Se puede leer y después interpretar con seis personajes. La reflexión que nos sugiere es si alguna vez nos ha pasado una situación parecida, en la que ayudar a los demás ha beneficiado a todos.
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